lunes, 1 de agosto de 2011

Un año ya...

Hace un año que cerré la puerta del presente para abrir la puerta del olvido. Un 1 de Agosto, un domingo caluroso, el sol en todo lo alto de la ciudad no paraba de calentar al asfalto convirtiéndolo en un pequeño rio de asfalto caliente, daban las 3 de la tarde en el reloj y me llevaba como cada día a cerrar la puerta, a diferencia esta vez no se volvería a abrir jamás. 17 años día tras día se abría y se cerraba, una vida, un cambio, alegrías, tristezas y bien estar quedaban ya presos entre aquellos muros con su papel pintado. Una vez a oscuras todavía en su interior, me decía a ir apagando cualquier tipo de máquina, en cada rincón de aquel local había vivido algún momento de mi vida, todo eran recuerdos que parecían que me acompañaban en la labor de dar fin, recordaba el primer día que entre allí, bueno más bien noche, una ciudad nueva, un sitio nuevo, ilusión posiblemente y algo de miedo, recuerdo que al ver todo se me abrió los ojos sin poder imaginarme en aquel momento todo lo que me pasaría entre aquellas 4 paredes. Fueron pasando los años aquello se convirtió en mi segunda casa por todo el tiempo que pasaba allí, se convirtió en un referente para toda la gente que nos conocía, sitio de encuentro y donde ir cuando uno tenía miedo. La última etapa me toco escribirla a mí, no sé si realmente tenía que a ver sido ese el final o mejor dicho las maneras pero no quedaba otra solución, la única salida de aquel foso que yo mismo cave día a día por mi mala cabecita. Un montón de preguntas sin respuestas bombardeaban las baldosas del suelo, preguntándome por qué y el que hubiera pasado. Pero miraba todo detenidamente intentando guardar todos los detalles para mi memoria, miraba aquel nuevo papel pintado donde un día hubo un horno aquel cambio me llevo a los dos mejores años de fiestas, independencia, de creerme algo, de tener lo que quise y de haber conocido y reencontrado con muchísima gente que ha día de hoy las tengo mucho cariño. Es el caso de Drea y su señor marido que una tarde merendando nos dimos cuenta que teníamos un pasado común que ya ignorábamos, de antiguos compañeros de clase que hacia siglos que no veía que nos hicieron ponernos de nuevo en contacto, de contar con la ayuda día tras día, de bajón tras bajón de mis amigos que no me dejaron solo ninguna de aquellas tardes aburridas que no había ni un cristo por la calle. De darme cuenta del cariño que la gente demostraba por aquel negocio y por la familia que lo llevaba cuando te contaban cosas de como conocieron a tus padres y de los ratos que pasaron con ellos, de aquella reunión navideña que se hacía entre la gente del barrio para felicitarnos las pascuas, de las mañanas de invierno como las vecinas venían a darte los buenos días mientras se llevaban el desayuno para los nietos, de cómo cuando sabían que me quedaba solo en casa me ofrecían algún que otro tuper para que no cocinase y muchas cosas que durante 17 años han pasado, es verdad que solo cuento lo bueno, es lo que merece la pena lo malo ya se pasó y la mente acaba borrándolo por muy doloroso que sea, las tiritas las risas y las emociones de lo bueno. Ya se acabó la etapa y siempre quedara ese olor mañanero en aquel barrio viejo de la ciudad que no comido por el ruido de los coches embelesaba a cualquier persona que pasara.

Hace un año que cerré la pastelería y os lo cuento básicamente porque gracias o desgraciadamente fue lo que me impulso a estar hoy en día en Londres, lo que hace que existiera este blog y desde luego lo que hizo que la gente que lo lee me conozca un poco más.

Un abrazo a todos y hasta mañana, Iriaso.

3 comentarios:

  1. Se me han puesto los pelos de pintilla y todo.
    Un abrazo.

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  2. Me has emocionado, sinvergüenza. Pedazo de abrazo te pienso dar en unos días.

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  3. bua y no pude seguir escribiendo ya se me alborotaban las ideas k sino ubierais flipado tenia pa escribir folios y folios, la semana k viene nos daremos el abrazo y kn unas birras por la noche XD

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